Institucionalidad o anarquía

15 enero, 2023

Ma. Alejandra Trujillo

La anarquía por la que estamos atravesando en los países de la región es absolutamente indignante; desconocer la institucionalidad como si las leyes que rigen desde el marco de una constitución, fueran aplicadas de manera opcional  y selectiva para algunos ciudadanos.

Un ejemplo claro  es pedirle a la fiscalía de una nación que levante los delitos que tienen personas y les de la libertad como voceros de paz; solo por mantener un reconocimiento político y buenas cifras de aceptación.

Mientras que en otros países vemos que llaman “secuestrar” a quien opone resistencia a la autoridad competente en el momento en que deben capturarlo para que cumpla con sus deberes legales, así como los de cualquier ciudadano cuando la ley los cita a comparecer dentro de un proceso legal y no lo hace, hay que enviar por él.

La separación de poderes entre el ejecutivo y lo judicial debería ser claro para los ciudadanos, ya que ninguna presión social a los gobiernos, puede ser bandera de impunidad ante delitos cometidos; no importa el status del presunto delincuente, o si es parte de la primera línea o gobernante en ejercicio o delincuente común; todos los ciudadanos deben cumplir a cabalidad la ley y la constitución de su país.

Destruir una ciudad o los bienes públicos solo para generar presión política riñe con la legalidad de los procesos jurídicos y de la institucionalidad que debe prevalecer en nuestros países; claro, cada persona ve las cosas con el color del cristal que le conviene, pero como se llama entonces a los que secuestran el normal funcionamiento de las instituciones, el que secuestra la comida bloqueando las carreteras, el que secuestra a los ciudadanos citando la ciudad y poniéndola en riesgo; el que secuestra la claridad de la autonomía de los poderes ejecutivo y judicial;  eso si es secuestrar, hacer cosas fuera de la ley que perturbe el orden en la sociedad.

Las banderas erradas de los ciudadanos, no son más que el resultado de una estrategia constante de polarización, que beneficia a unos pocos; abusando de manera sistemática de las brechas constantes de inequidad con las que vivimos, para manipular a sus seguidores, con percepciones inexactas principalmente generadas en redes sociales para seguir rompiendo los caminos de progreso y los bienes públicos que de todas formas su recuperación sale de nuestros bolsillos.

La rama judicial es autónoma de sus decisiones y ningún gobierno ni estallido social puede hacer que cambie las leyes para beneficiar a alguien; las leyes se hicieron para vivir en comunidad; el que no las respete, que la ley misma se encargue de ellos.

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