Ma. Alejandra Trujillo – Colombia

Buenas, buenas, en una noche de luna donde la dualidad mueve nuestras almas en búsqueda del equilibrio, donde las personas que se acercan al igual que las burbujas del mejor licor, tienen un propósito.

Acostumbro a darlo todo, a ser cuidadora por naturaleza, dulce por esencia, constante por principio y guerrera, por lo que me reste de vida.

La vida me ha enseñado que las personas que llegan son una experiencia, unas traen distancia y desapego, otras amor incondicional; de las dos siempre se aprende.

No me perdonaría si desaprovecho el tiempo valioso que tengo para ser feliz, huyendo por el miedo a la desconocido.

Es por esto que valoró a cada persona que la vida me cruza en el camino, no importa el tiempo que lo hagan, solo me quedo con las cosas maravillosas que me dieron y no me detengo en donde no me pueda quedar o donde no quieran que me quede.

Del silencio, aprendo a fortalecer mi carácter y continuar sin apegos, sin culpas, sin lagrimas.

Del amor, lo atesoro como mi joya mas preciada y me afianzo a él, por que se lo profundo y maravilloso que puede llegar hacer.

Es por eso que en las mañanas al despertar, luego de mis oraciones, leo solo los mensajes en donde sin importar la distancia a que estemos las partes, se que me dibujaran una sonrisa; eso lo agradezco a Dios infinitamente.

Hay personas que llegan y se van dejando una huella, yo les abro un espacio en mi alma para asegurarme de jamás olvidarlas.

Pero hay otras que valen la pena aferrarse a ellas, las que se arriesgan, las que no tienen disculpas sino hechos, las que te cuidan, las que comenten locuras y firman servilletas.

Son personas que en sus ojos hay magia, que hablan desde el corazón, que las conoces de otras vidas y que lo único que buscan como las burbujas del licor, es calmar tu mente para que seas feliz.